By Carlos Harrison

Cómo llegaron a estas tierras, nadie lo sabe. Pero luego de vivir siglos en San Agustín, los menorquinos reclaman los derechos de los orígenes de los pimientos dátiles.

Cuando la gente de los alrededores de San Augustín habla de sentir el calor, o altas temperaturas en la Florida, no necesariamente hablan del sol. Pueden estar hablando del pimiento dátil, único y especial en su tipo, y que es una parte inseparable de la historia de la ciudad y su cultura.

Los pimientos dátiles son tan picantes como los habaneros — afrutados como los pimientos Scotch bonnets — y se usaban para hacer las jaleas, mermeladas, y salsas barbacoa más picantes. Los residentes lo untan en todo; desde colas de caimanes hasta el pavo del Día de Acción de Gracias, o lo comen sobre una galleta con queso crema durante el desayuno.

De acuerdo a la tradición popular, los sirvientes contratados de Menorca, España, trajeron con ellos los pimientos a la ciudad más antigua de Estados Unidos hace más de dos siglos.

De dónde sacaron los pimientos aún continúa siendo un misterio. Ninguno fue cosechado en su isla nativa en el Mar Mediterráneo, o en España. Algunos sospechan que las aves traían las semillas originales Capsicum chinense de su tierra natal en el área entre Brasil y Bolivia hasta las islas en el Caribe. Puede que los menorquinos los hayan recogido en una de sus paradas en las Indias Orientales durante su viaje hacia el oeste.

En realidad, nadie sabe.

"No creo que los menorquinos los hayan traído con ellos, pero los menorquinos los recogieron", dice Mike Usina, cosechador de pimientos dátiles que remonta sus raíces —quizá tal vez la de sus pimientos— a los primeros isleños hablantes de catalán que pisaron Florida. "Yo creo que las semillas han estado pasando de generación en generación por cerca de 300 años".

Como sea que hayan llegado aquí, los menorquinos le pusieron su sello a los pimientos, y viceversa. El nombre "dátil" viene de la palabra catalana "date", como la fruta cultivada en el Medio Oriente, y los descendientes de los primeros colonos menorquinos aún los cultivan aquí. El mejor lugar para cultivarlos son en baldes de cinco galones donde crecen en arbustos pequeños para poder tenerlos bajo techo cuando bajan las temperaturas. Es común también cultivarlos en jardines en San Agustín y en sus alrededores.

Para muchos, es un sello oficial que se traduce en "aquí vive un menorquino".

"Los menorquinos antiguos protegían las semillas. No las compartían con nadie", cuenta Usina. Ahí debe ser donde comenzó el mito de que no crecían en ninguna otra parte, para desalentar a los que intentaban hacerlo.

"De pequeño nos dijeron que los pimientos dátiles no podían crecer en ninguna otra tierra sino en San Agustín", dijo él. Pero luego descubrió que las leyendas de aquella época no eran reales cuando su hermano se mudó a St. Louis y logró cultivarlos en la arcilla roja de Missouri.

Así y todo, no encontrará muchos en las afueras de la vecindad, posiblemente porque Florida es uno de los pocos lugares que los pimientos crecen como plantas perennes y reciben toda el agua que necesitan.

Estos dátiles de color brillante amarillo-anaranjado son pequeños pero fuertes en sabor. Tienen la mitad del tamaño de los cayennes y poblanos, son más delgaditos que los habaneros y los Scotch bonnets. Pero cuidado, que un pequeño dátil vale por muchos.

Estos bebés registran una alta cifra —entre 100,000 y 300,000— en la escala Scoville, que se usa para medir que tan picante es un vegetal. A modo de comparación, los jalapeños se ubican entre 3,000 y 8,500.

Los dátiles son muy picantes para comerlos directamente. Morder uno de éstos es una experiencia que le quemará la lengua y le llenará los ojos de lágrimas. Pero tienen un sabor dulce especial que es diferente a las tendencias tropicales de los habaneros o del sabor ahumado de los Scotch bonnets. Casi todas las familias en San Agustín tienen su propia receta para hacer jaleas, salsas y mostazas, que les dan un toque extra a las comidas sin necesidad de torturar a los comensales.

También los usan en ketchups y salsas de pepinillos, sobre huevos y col silvestre, o también en salchichas, chorizos, mariscos o variaciones de pollos preparado al estilo menorquino, como el pilau.

"Si es menorquino, tendrá pimiento dátil", dice Carol Lopez Bradshaw, cuyos ancestros llegaron a San Agustín con los primeros menorquinos. "Todos hacen su plato diferente y todos creen que es el mejor".

También puede hallar las jaleas y salsas en las tiendas de regalos y restaurantes del área, o comprarlos por internet. Los hallará bajo nombres como "Snakebite", "Devil Drops", y "Hurricane Hot Sauce".

"Es lo más popular en San Agustín", dice Chanel St. Clair, que vende alimentos picantes en su tienda Hot Stuff Mon, en el distrito viejo de San Agustín. "La gente llega de todas partes para comprarlo".

Los productores de estas salsas incluyen menorquinos, y aquellos que no lo son, que han adulterado recetas clásicas para crear una variedad de mezclas sabrosas que contienen diversos tonos de intensidad, desde lo sutil hasta el chisporroteante.

Marcia McQuaig se casó con la tradición menorquina de preparar estos dátiles. Comenzó a hacer salsa de dátiles para regalar durante la Navidad, pero la demanda popular comenzó a crecer y tuvo que comenzar un negocio. Ahora, su línea de Productos de Pimientos Dátiles Menorquinos incluye mostazas, salsa de pepinillos, vinagres y especias. Su adición más reciente es la mayonesa de ajo con dátiles.

"No se trata de que el paladar de la gente se queme", dice ella. "Sino de infundirle sabor a la receta. Es una elevación del sabor. La lleva a otro nivel, donde usted quiera darle un toque más de temperatura, pero es sólo el dátil, que es muy único. Poco a poco le llega".

O bien, como dice St. Clair: "No encontrará un pimiento mejor que éste."