By David A. Brown

¿No tiene lancha? ¿No le gusta mojarse los pies? ¿Quiere salir y pescar en Florida?

No hay problema. La región central de la costa este de la Florida cuenta con varios embarcaderos y muelles para pescar.  Con fácil acceso, los pescadores de caña pueden acercarse a las aguas costeras más profundas y productivas a lo largo de playas y ensenadas. Si a ello le suma la brisa salobre, el melódico efecto del oleaje y el avistamiento frecuente de delfines, estos espectaculares lugares de pesca con caña ofrecen generosamente un ambiente atractivo y comodidades ventajosas que le permiten ir y venir como quiera.

Los embarcaderos como los de Daytona Beach, Cocoa Beach y Jupiter Inlet, conjuntamente con los muelles aptos para peatones de las ensenadas de Ponce, Sebastián y Fort Pierce, son productivos casi a cualquier hora, pero tenga en cuenta el efecto de los ciclos de las mareas lunares. Primero, las mareas entrantes indican que habrá más actividad, pues los predadores itinerantes como la macarela, el pez rey, el sábalo, el bacalao, el pez azul y los tiburones siguen a los bancos de peces cebo que montan las aguas ascendentes más cerca de estas estructuras.

Los muelles, lugares favoritos para pesca de caña en Florida, registran otro pico de actividad cuando las mareas salientes se descargan por las ensenadas trayendo consigo un bufé de peces cebo y crustáceos de las aguas represadas.

Las potentes aguas entrantes o salientes inciden también en por cuál lado (o extremo) del embarcadero o el muelle se puede pescar para evitar enredarse, mientras las fases intermedias (también llamadas estoas de marea) permiten pescar directamente debajo del embarcadero o justo al lado de las rocas del muelle, una actividad que dificultan las fases de mareas activas. Normalmente, los peces son menos agresivos cuando mengua la corriente, pero un señuelo específico más preciso a menudo hace repiquetear la jaula lo suficiente para incitar a los peces a picar.

Para labores informales, un aparejo de mosca remolcada doble con anzuelos número 2 y un plomo piramidal de 2 a 6 onzas en la parte baja reportará una bolsa mixta de pámpano, pescadilla, gallineta, corvina negra, lenguado, pez azul y trucha que son algunos de los peces mas populares en Florida. Las moscas remolcadas dobles, de venta en la mayoría de tiendas de aparejos, son fáciles de atar y personalizar con diversos flotadores y cuentas de colores que mantienen los anzuelos con cebo por encima del fondo. Los cebos más comunes para las especies pequeñas son camarón vivo, calamar, pulgas de mar y tiras de almeja (en escabeche para hacerlas más resistentes).

Cuando esté listo para enfrentar un desafío mayor, pesque con cortes de sardina, pescadilla o mújol, o con cebo vivo (sargo amarillo, sardinas) en un aparejo con localizador de peces (de venta en las tiendas de cebo). Pescar con cebo vivo dejando el carrete desbloqueado también da buenos resultados, pero cerciórese de que, al nadar libremente, su cebo no enrede el sedal de sus vecinos.

A quienes pescan con caña en embarcaderos y muelles les va bien con equipos giratorios medios o semipesados y con sedal de 12 a 30 libras, según cuáles especies les interese pescar. El mismo conjunto de 7 a 7.5 pies que se utiliza comúnmente para pescar en la costa será suficiente, pero para lanzamientos más largos en aguas más profundas, emplee una caña de pescar de 8 a 10 pies.

Cuando se prepare para ir de pesca, tenga en cuenta la distancia que deberá caminar y no lleve más peso del necesario. Los carritos de tracción manual facilitan el transporte y condensan sus herramientas. Puede llevar desde una cesta para víveres dotada de soportes de PVC para la caña de pescar hasta plataformas rodantes completamente personalizadas, con depósito de cebo, nevera portátil y cremalleras. Por supuesto, tampoco tiene nada de malo si solo lleva una caña de pescar, el bolsillo lleno de aparejos de repuesto y un balde de camarón.

Esa es la maravilla de pescar en embarcaderos y muelles: uno puede ir a su propio ritmo, pescar todo el tiempo que quiera y momentáneamente dedicarse a contemplar el paisaje cuando le den ganas de disfrutar las vistas.