By Amy Wimmer Schwarb

Cuando anochece en el centro de Saint Augustine y ya han cerrado los animados bares, se han vaciado las calles y se han retirado los turistas a sus habitaciones de hotel, el Monumento Nacional del Castillo de San Marcos parece presidir la noche con sus oscuras sombras que arrojan una solemne lobreguez sobre el litoral de esta dinámica, pequeña ciudad.

Quizá el aire de autoridad del fuerte provenga simplemente de las dimensiones del Castillo. Solo el exterior del edificio mide una cuadra, y su emplazamiento ocupa más de 9 hectáreas a lo largo del corredor del centro de la ciudad. De noche, las atalayas del Castillo se elevan sobre el foso y le dan a la fortaleza un aspecto ominoso.

Y quizá por ello sea que el Castillo es la parada más fundamental cuando se visita Saint Augustine. En ninguna otra parte de Florida podrá usted ver, sentir y comprender el fundamental papel que jugó esta pequeña ciudad en los años en que países de Europa occidental luchaban por la costa atlántica del Nuevo Mundo.

John Murphy, el jefe de interpretación y educación del Castillo y el vecino Monumento Nacional del Fuerte Matanzas, apunta que el Servicio Nacional de Parques agregó recientemente rótulos en castellano a sus piezas en exhibición.

La construcción del Castillo empezó en 1672, siete años después de que el navegante español Pedro Menéndez de Avilés desembarcara en la aldea timucuana y estableciera el asentamiento español de Saint Augustine.

La mayoría de quienes visitan el fuerte recorren la fortaleza armados solo del programa de visita autodirigida que les proporcionan en la taquilla. Dentro del fuerte, los visitantes pueden explorar las muchas salas del primer nivel —que incluye una capilla y una celda que se usó como la primera cárcel de la ciudad— y ver un video acerca de la importancia del Castillo.

Sin embargo, la verdadera maravilla de este fuerte puede apreciarse en el segundo nivel, en el que extensas vistas de Saint Augustine, primeros planos de las torres en que una vez montaron guardia los soldados y demostraciones de cañones dan vida al fuerte.

Los actores disparan los cañones cinco veces al día los viernes, sábados y domingos.

“Para muchas personas, (los cañones) afianzan el porqué este fuerte estuviera aquí”, explica Murphy.

El Castillo, que forma parte de la Ruta del patrimonio colonial español, puede reivindicar una cantidad de superlativos. Es el puesto de avanzada más septentrional de los extensos terrenos de España en el Nuevo Mundo, el fuerte colonial español mejor conservado de Estados Unidos y el fuerte de mampostería más antiguo de Norteamérica.

El Castillo es el abuelo de los fuertes de Saint Augustine. Pero para tener una imagen completa de la protección que daban los españoles a sus asentamientos, considere la posibilidad de visitar los emplazamientos de otras dos fortificaciones de esta zona.

En 1738, el gobernado español de Florida ofreció liberar a los esclavos fugitivos de las colonias británicas que estuvieran dispuestos a convertirse al catolicismo.

Muchos de los antiguos esclavos se radicaron en una comunidad al norte de la ciudad llamada Fuerte Mosé, lo que la hizo la primera comunidad legalmente autorizada de negros libres en lo que habría de convertirse en Estados Unidos.

El Fuerte Mosé también desempeñó una función militar. Fue la defensa norte de Saint Augustine contra los invasores británicos y protagonizó acciones contra las tropas invasoras en el Asalto al Fuerte Mosé (llamada "el sangriento Mosé" por lo británicos) en 1740. Actualmente, el lugar es un parque del estado de Florida, y los visitantes pueden recorrer un pequeño museo y deambular por los terrenos de Mosé, aunque no conserva estructura alguna.

Casi 70 años después de iniciada la construcción del Castillo, los españoles decidieron que el fuerte, que durante tanto tiempo había protegido a Saint Augustine, necesitaba protección. La construcción del Fuerte Matanzas en la ensenada de Matanzas para bloquear el acceso sur a Saint Augustine finalizó en 1742.

El Fuerte Matanzas mide 15 metros por cada lado y su torren mide 9 metros, mucho menos que el Castillo de San Marcos. Su ubicación remota hizo que los soldados rotaran en períodos de servicio de 30 días. Actualmente, el lugar sigue siendo remoto; los visitantes deben tomar un ferri hasta Rattlesnake Island, sede del fuerte, y las tarjetas de embarque se entregan por orden de llegada en el Centro de Visitantes del centro de la ciudad. El Servicio Nacional de Parques no cobra por el transporte en ferri ni por la entrada al fuerte.

“El Castillo puede llenarse con la multitud de visitantes”, señala Murphy. “La ventaja de Matanzas es que para llegar allí, hay que tomar una embarcación. Tiene más mobiliario de la época que el Castillo y es más o menos íntimo”.

Otro aspecto peculiar que ofrece el Fuerte Matanzas: Para lograr la vista panorámica de los soldados, los visitantes deben subir una escalera y llegar al tejado. La playa de la isla es un lugar concurrido pero tranquilo donde caminar por el agua y nadar; para llevarse un auténtico pícnic a la playa de la isla, antes de abordar el ferri, pase por la Spanish Bakery en el centro de Saint Augustine y compre empanadas, picadillo o galletas españolas.

“Y después, en el lado que da al mar”, dice Murphy, “tenemos la que considero el trozo de playa más bello del condado de Saint John”.

CUANDO VAYA DE VISITA

Castillo de San Marcos, 1 South Castillo Drive, Saint Augustine, 904-829-6506, Visite El Castillo San Marcos

Fuerte Matanzas, www.nps.gov/foma/

Fuerte Mosé, 15 Fort Mose Trail, Saint Augustine, 904-823-2232, Visite el Fuerte Mose

Spanish Bakery, 42 Saint George Street, Saint Augustine, Visite el Spanish Bakery,

904-827-9701