By Steve Winston

Es una de las construcciones más antiguas en el hemisferio occidental, un punto de referencia cultural y espiritual que hace viajar a los visitantes casi 900 años en el pasado.

A Miami se la conoce por muchas cosas, pero un monasterio del siglo XII no es una de ellas. Sin embargo, en medio del ajetreo urbano, en North Miami Beach se halla una pieza medieval europea: los Claustros del Monasterio Español Antiguo.

Entrando por el portón encontrará hermosos jardines verdes, caminos y estatuas donde el monasterio no pareciera fuera de lugar; es un armonía espléndida con todos sus alrededores. Aquí, el siglo XXI se siente a millones de millas de distancia.

Todo acerca del monasterio tiene un aire "medieval". Las lámparas en los caminos del jardín. Las estatuas y fuentes. Los vidrios de colores. Los techos trabajados, las columnas y los arcos. Las mesas de piedra sacramentales. El campanario. Los coloridos escudos de armas que adornan los claustros. Las cajas fuertes de madera. El aire de espiritualidad que se filtra por cada rajadura en la piedra y desde cada pequeña alcoba.

¿Pero cómo es que esta pieza medieval llegó de España a Miami?

La construcción del Monasterio de Miami comenzó en Sacramenia, en la provincia de Segovia en 1133. Llevó 11 años construirlo y fue ocupado por monjes por los siguientes 700 años. En medio de la agitación social de la década de 1830, los claustros de la iglesia —pasajes cubiertos de piedra en arco— se vendieron y fueron convertidos en establos.
 
En 1925, el magnate de la prensa William Randolph Hearst visitó el monasterio. Hearst —como cualquiera que ha estado en su "castillo" en California sabe— era amante de la cultura europea y de su historia. Se enamoró de los claustros ornamentados y los compró para posteriormente transportarlo a North Miami Beach.

Las estructuras de 800 años fueron entonces desmanteladas piedra por piedra. Cada una de ellas fue numerada, empacada en heno y mandada a Estados Unidos en 11,000 cajas. En ese momento, sin embargo, había un brote de aftosa en España y a su arribo a Nueva York, por miedo a que el heno acarreara la enfermedad, el Departamento de Agricultura abrió las cajas y quemó todo el heno.

Requirió el esfuerzo de 23 hombres y tardaron tres meses en abrir las cajas (que contenían 7 toneladas de clavos) y remover las piedras. Luego de quemar el heno, colocaron las piedras otra vez en las cajas —pero no en sus cajas correspondientes.

Luego cuando llegó la Gran Depresión, Hearst tuvo problemas financieros y se vio forzado a vender su colección. Las piedras quedaron guardadas en un depósito de Brooklyn por 26 años, hasta que en 1952 los hombres de negocios de Miami, William Edgemon y Raymond Moss, decidieron comprarlas y convertirlas en una atracción turística en North Miami Beach.

A un costo de $1.5 millones, llevó 19 meses mandar las cajas y reconstruir los Claustros. Pero las cosas no marcharon como Edgemon y Moss lo esperaban.

Debido a que Dixie Highway en ese momento era la única manera de ir desde Miami a los Cayos recorriendo el Tamiami Trail, Edgemon y Moss pensaron que la carretera haría que los Claustros se convirtieran en una gran atracción, dice Gregory Mansfield, quien es el ministro de la congregación adyacente a la Iglesia Episcopal de San Bernardo de Claraval. Pero cuando se construyó la autopista U.S. 1, "de repente se vieron atrapados con una atracción turística en una ruta sin turistas".

Perdieron hasta la camisa en el acuerdo y le vendieron los Claustros a la Iglesia Episcopal por mucho menos del costo original.

En la actualidad, las estructuras son estudiadas por todos, desde artistas e historiadores hasta escritores y arquitectos. En particular los últimos se fascinan al hallar dos estilos de arquitectura en los claustros.

La construcción comenzó en estilo romanesco, pero algunos monjes que viajaban a Francia comenzaron a enamorarse del estilo gótico que estaba de moda allá.

"Cuando regresaban, le pedían a los arquitectos que usaran ese estilo", dice Mansfield. "Pero los arquitectos no estaban familiarizados con el estilo gótico, así que los monjes los mandaron a estudiar a Francia. Y al regresar, terminaron los claustros, que hasta entonces tenían estilo romanesco, en estilo gótico".

Si las paredes hablaran, contarían casi 900 años de historias. El terreno tranquilo es popular entre los artistas locales y se ha transformado también en un lugar solicitado para oficiar bodas.

La congregación de San Bernardo de Claraval es un reflejo de Miami —está compuesta equitativamente de negros, blancos e hispanos. Y las nacionalidades representadas aquí incluyen polacas, iraníes, francesas y haitianas.

"Sentimos que estos terrenos no nos pertenecen sólo a nosotros", dice Mansfield. "Tenemos la responsabilidad de compartir este lugar especial y de conservarlo para las generaciones futuras".

Como Llegar al Monasterio

El Antiguo Monasterio de Miami, 16711 West Dixie Highway en North Miami Beach, se encuentran abiertos de 10 a.m. a 4 p.m. de lunes a sábado  y de 11 a.m. a 4 p.m. los domingos. El precio de entrada regular es $8, $4 para personas de la tercera edad y miembros del ejército, gratis para niños menores de 4 años. El monasterio a veces cierra para organizar eventos especiales, así que llame con anticipación para confirmar las horas de funcionamiento al 305- 945-1461. Para más información, visite spanishmonastery.com.